Se pasaban todo el día correteando y saltando por las calles de la ciudad de Ratonia. Todos eran felices menos uno. Gus estaba triste porque, mientras todos saltaban y jugaban al escondite, él era el único que no podía y nadie le preguntaba el porqué.
Así pasaron los días hasta que Jack, un ratoncito y compañero de la clase de Gus, se acercó y le preguntó:
-¡Hola Gus!, ¿por qué no juegas al escondite como todos nosotros?
-Es que no puedo pasar por el agujero del escondite .
Jack pensó y pensó y decidió contárselo a los demás ratones para entre todos conseguir que Gus jugara con ellos.
Los demás ratones decían que si no hubiese comido tanto queso, podría jugar; otros decían que debería correr más. Pero Jack cogió un pico y animó a todos a hacer el agujero más grande. Con ayuda de Jack y de los más ratoncitos, Gus desde ese día pudo jugar con los demás ratones al escondite sin necesidad de cambiar ni su físico ni sus pensamientos.
"Se puede conseguir todo lo que te propongas con ayuda y sin cambiar tu forma de ser"
[Fábula realizada por Paula Gómez Sáiz, 2ºB. Curso 2018-2019]
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