Después de esa terrible tormenta, estábamos todos aterrados, tumbados en el suelo y muy doloridos por lo que acababa de pasar. Todas las casas destruidas, todo el mundo sin techo para dormir esa noche. Cuando terminé de asimilarlo todo, corrí hacia donde estaba mi madre, la abracé tan fuerte que casi la asfixio. Ella estaba muy asustada, con arañazos por todo el cuerpo. Alcé la mirada dos segundos para ver todo el desastre que había provocado el «TSUNAMI»: me dolió tanto ver a esos niños pequeños llorar buscando a sus padres que yo también me puse a llorar. Cinco minutos después, fuimos mi madre y yo por la playa para ver si podíamos ayudar a la gente o a esos niños que no encontraban a sus padres. Después de mucho tiempo andando, me acerqué a una mujer que estaba viendo por su móvil las noticias de última hora y decían que dentro de 24 horas iba a haber otro «TSUNAMI» mucho más grande que el anterior y que esta vez iba a destrozar un país entero. En ese momento me di cuenta que solamente tenía que 24 horas para arreglar todo el desastre y salvarnos a todos.
[Narración con título dado, realizada por Claudia Navarro Martínez, 1ºESO A]
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