viernes

EL LUGAR DE LAS PENAS

Me di cuenta de que si hay un lugar donde por desgracia se pueden compartir penas es en un Hospital.
Este verano, lamentablemente, compartí vivencias en uno de ellos.
La habitación se hace más pequeña, y las horas no pasan, haciéndose más largo el día y eterna la noche.
Allí fue donde conocí a María, una mujer colombiana de 50 años, con dos hijas mayores que yo, que ingresó con una grave enfermedad, sola, ya que su familia estaba trabajando.
Cuando compartió la noticia de los resultados médicos conmigo, los cuales eran muy graves, comprobé en su mirada triste y llorosa que pronto iba a dejar de existir, era cuestión de días.
Me daba igual si llovía, si hacía calor, si tenía hambre o sueño, solo pensaba en las pocas horas que nos quedaban por pasar y en las profundas conversaciones con muchos consejos que nos dábamos. 
Ella todavía me daba ánimos y me decía que la vida había que disfrutarla al máximo.
A lo largo de la semana intentábamos no  volver a caer en que la pena y la tristeza pudiera con nosotras, así que reíamos lo que podíamos.
Me despedí de ella para siempre con lágrimas en mis ojos y con un gran dolor de corazón.
Ella “ya solo podía esperar”.

[Narración con final dado. Realizada por Paula Gómez Saiz, 2ºB. Curso 2018-2019]

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